Experiencias que dejan huella.


Él, un chico bastante agraciado de 26 años de edad, una persona que me quiso de verdad, que vivía para mí, buscaba mi felicidad.

Desde un principio abrió su corazón y me contó que había sido maltratado, desde que era un bebé había recibido desde pellizcos hasta bofetadas. Le gustaba hablar mucho y reclamaba a su madre pero ella le respondía con chillidos y con golpes, pero cada vez que le hacía daño ella se sentía culpable y lo besaba, pero el daño ya estaba hecho.
Cuando empezó a tener cuatro o cinco años las palizas fueron en aumento. Ya no lo pellizcaba, ya directamente le pegaba con un palo, pero siempre sin dejarle huella, para que no la culpasen. Los vecinos nunca hicieron nada, y cuando algún vecino le decía que en la casa oían chillidos al padre, este no hacía nada, decía simplemente que algo malo habría hecho para que la madre le pegara. Todo esto, también lo sufrió su hermana. Cuando la madre ya se ponía violenta, los dos niños se escondían y a quien encontrase es al que pegaba, cuando era a ella a quien encontraba la empezaba a golpear con tanta brutalidad que él, que estaba escondido  temblaba y lloraba pensando que su hermana se iba a morir. Así todos los días, por cualquier cosa, un día a la madre le pareció que no comía lo suficiente deprisa y le dio una paliza, por culpa de ello llego tarde a clase, y la profesora se burló de él, y le colgó un cartel diciéndole que era un vago, y ese día creo que cambió definitivamente ese niño, pues era tan dura la situación que vivió que se volvió solitario y triste. Estaba tan necesitado de amor, que no quería fallarle y dejé de pensar en mí, y me volqué en él.

No se han repuesto aún de todo lo que ha sufrido, y yo al conocerlo a él me metí en una situación muy difícil, porque cuando empezamos a vivir juntos y nos casamos, fue cuando cambió. Él no me hacía daño, pero si mostraba su agresividad conduciendo, hablando con la gente, etc. Tenía brotes de agresividad que me hacían mucho daño, ya los últimos años era auténtico pánico, en casa de repente le entraba la ira, y podía golpear una puerta hasta romperla.
Pero a mí nunca me hizo daño físico pero sí psicológico, su irá la llevó hacia mí, y yo ya no tenía ganas de vivir, él no quería salir a la calle, y me tuvo recluida, digo me tuvo porque yo ya no era consciente durante muchos años sin salir, mi familia ya estaba muy preocupada porque empecé a padecer agorafobia.


Destrozaron la vida de dos niños que ya no van a ser felices…



No hay comentarios:

Publicar un comentario